Breve reflexión sobre los cuentos👈
Quisiera comenzar este escrito invitando al lector a tomar contacto con sus primeros recuerdos infantiles, tratando entonces de rememorar esas primeras narraciones o cuentos escuchados o leídos, descubriendo quizás lo hondo que muchas veces esas historias nos han calado, como han atravesado y marcado nuestra niñez.
Recuerdo por mi parte que ciertos cuentos me obsesionaban y pedía que me sean leídos una y otra vez, algunos personajes de los mismos me inquietaban, y en otros me veía reflejada, también inventaba mis propias versiones de un cuento o inclusive mis propias historias, una especie de mezcla de todas las anécdotas que recordaba, este ejercicio de imaginación lo hacía al acostarme, poco antes de dormir y lo llamaba “el pensamiento”.
Creo que de algún modo intentaba construir mi propia historia interna, organizar ese mundo para intentar entender el otro mundo, el de afuera, porque los cuentos de hadas pueden tener esa capacidad, la de prepararnos para la vida, pero no dándonos recetas cerradas, sino mostrándonos caminos comunes que todos vamos atravesando internamente a medida que somos, pero que se tiñen de nuestro color particular.
Los cuentos cumplen así varios roles, pueden ser simples aleccionadores morales, pero también convertirse en mapas que dan pautas de situaciones profundas, iniciáticas; y como muchas veces constituyen nuestro primer acervo simbólico, pueden ser nuestra puerta de entrada a los grandes misterios de la vida, como sostiene el mitólogo Joseph Campbell en su libro “El poder del mito”, podría decirse que los cuentos de hadas son el mito del niño.
Escrito por Laura Antonio (profe del taller cuentacuentos de Juegoteca)
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